jueves, 15 de octubre de 2009

Declarada extraterrestre oficialmente

Hoy ha sido un día movidito. Para gente alérgica a las letras no recomiendo esta entrada.

Después de clase tenía que ir a Shimomaruko para recoger una plancha -de las de la ropa, no de las del pelo- que he conseguido por una "Sayonara sale".
Para quien desconozca el término, "Sayonara sale" consiste en vender o regalar tus cosas de tamaño más bien grande cuando te vas a ir de Japón -o simplemente cuando ya no te hacen falta- porque tirarlas a la basura cuesta dinero. En mi caso, la plancha me ha salido gratis, ole :D.
Pues bien, allá me dirigí hacia Shimomaruko, que viene a ser una estación que se encuentra allá donde se reunen los calcetines esos que se pierden en la lavadora. De hecho, gracias a mi sentido de la orientación digno del mismísimo Ryoga Hibiki, tardé bastante en llegar. Eso sí, ¡no contaban con mi astucia! -el Chapulín colorado dixit-, así que como ya preveía que me iba a perder salí con tiempo suficiente, y llegué puntual como un reloj a la cita.
Una vez la dueña de la plancha me entregó el preciado objeto, me dirigí de vuelta a la otra punta de Kanto, es decir, a Chiba. Hoy era el día que tenía que ir al ayuntamiento a por mi tarjeta de extranjera, conocida en japonés como "gaikokujin tourokusho" o "alien card" -qué cachondos...-.

Una rato muy largo en tren después logré llegar, y me acerqué a preguntar a un señor que trabajaba allí dónde recoger mi carnet. Me dio un papel con un número, como en la carnicería, y me dijo que esperara en la ventanilla 1.
La vez anterior había ido con Kazuki, así que había sido fácil, pero en esta ocasión el no podía venir, así que iba yo sola, y aún no confío demasiado en mi habilidad para entenderme con funcionarios en japonés.
Una vez llegó mi turno, me acerqué, entregué el resguardo -grandecito, por cierto-, y esperé a que me dieran mi flamante carnet. Una vez lo tuve en mis manos me tocó enfrentarme al momento de la verdad. Sabía que en esa oficina nadie habla nada que no sea japonés -curiosa forma de atender a extranjeros, oye-, así que con las palabras más educadas que se me ocurrieron le comenté a la funcionaria que me había mudado, y que como me había hecho el seguro médico allí, que quería hacer el cambio. En ese momento comenzó la carrera en keigo -esa versión honorífica del lenguaje que los funcionarios/tenderos/camareros hablan y que yo apenas entiendo-, la mujer hablaba muy deprisa y con palabras que desconocía, así que intenté preguntarle hablando despacio y haciendo notar que no la estaba entendiendo si lo que me intentaba explicar era algo acerca de ir a la oficina de mi nueva ciudad.
Tras repetir la misma operación unas cuantas veces, decidió que lo mejor era acompañarme a la ventanilla 6, donde en teoría me iban a decir algo relacionado con lo mío que no logré entender. Allí ya me explicaron que tenía que rellenar mi nueva dirección en un papel, que podía ir a partir de mañana a la otra oficina para avisar de mi nueva dirección, etc. Yo seguía queriendo saber qué pasaba con el seguro médico, pero me dijeron que esperara un momento.

Y esperé un momento.

-¡Jimenes sama!
Deduje que esa debía ser yo -y por unos segundos me sentí en Latinoamérica ante ese "Jimenes"-, ya que Jiménez no es un apellido demasiado común en Japón. Que aquí acompañen tu primer apellido de "sama" es común, ya que tratan de mostrar respeto al cliente.
Aquí ya por fín entendí que sí, que me lo habían cancelado -que era lo que quería hacer en un primer momento. Ya sabía de antes que al cambiar de dirección te lo tienes que cancelar allí y hacer de nuevo en la nueva ciudad-.
Finalmente un señor me soltó una retahila en japonés de carrera de F1 -por la velocidad a la que hablaba-. Obviamente, puse cara de "va a ser que no te entiendo...", así que repitió la operación. Le expliqué en japonés que no estaba entendiendo lo que me estaba diciendo, ya que aún no hablo japonés demasiado bien, y repitió la operación por tercera vez. Como esta vez pillé 2 o 3 palabras traté de conectarlas en mi cabeza para formar un contexto, le pregunté si el contexto que había ideado era el correcto, y me dijo que sí -menos mal, si no me toca estar ahí hasta que cierren-.
Mañana me toca ir a la oficina de Toda y, esta vez espero que sea más fácil, decirles que me cambien la dirección del carnet y lo del seguro. Cruzaré los dedos porque allí tengan un poco de piedad con quienes aún no controlamos el idioma...

Esto me hizo pensar en algo. Una cosa de la que se quejan muchos extranjeros en Japón es que en cuanto ven sus caras occidentales piensan automáticamente "estadounidense", y les hablan en inglés. Si ellos responden en japonés, parecen ignorarlo y siguen con el inglés.
Curiosamente a mi no me ha pasado ni una sola vez desde que llegué -me ha pasado que me hablen en inglés alguna vez, pero en cuanto ven que hablo japonés cambian el chip-. Debe ser mi completa ausencia de acento anglosajón a la hora de hablar japonés XD

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